Las palabras que florecen de mis labios dejan atrás la raíz de su luz.
Las emociones que, confusas, se pierden en el aire
figuran descarriadas del impulso de la inspiración.
Quise hacer poesía,
pero en su lugar escribí un obituario.
Traicioné una pasión,
profané una belleza oculta
desde la oscuridad.
Nada pido, el cielo me ha expulsado,
la tierra me ha perdido,
la nada me alienta a la renuncia.
Tras el engaño de la vida, el deceso.
Lancémonos de una vez
Arrojémonos, que no hay camino
Sumerjámonos, que no hay fondo
Explotemos por los aires
Libres de todo significado
Que ya no hay mundo.
Solo el reloj sin tiempo
Y el nombre, atomizado, sin rostro.