José Fas Fonfría

MIS COMPAÑEROS DE ESCUELA.

MIS COMPAÑEROS DE ESCUELA


Viejos amigos de la infancia,
compañeros de la escuela de ayer,
un ayer ya… algo lejano en el tiempo,
un ayer, que… ya nunca ha de volver.

Una vez más, nos hemos aquí reunido
en amistosa y fraternal camaradería,
no para evocar todo lo que ya hemos vivido,
sino, para alentarnos con especial alegría
sobre todo lo que nos queda aún por vivir.

Llevamos ya unos pocos años haciendo estas reuniones,
y quiera Dios, que aún nos queden muchas más por hacer.
Es bonito recordar y perpetuar con justificadas ambiciones
todas estas vivencias que ha inmortalizado nuestro ser,
unas alegres y otras tristes que hemos vivido sin coacciones.

Hay que conservar y vivir con los recuerdos,
pero no es bueno ni aconsejable vivir de ellos.
A la edad que tenemos, hay que poner acuerdos
a la forma de convivir con estos instantes tan bellos.

Estamos en el mejor y último otoño de nuestra vida,
caminando y viviendo por el largo sendero final, 
que nos va a llevar sin remedio, a algún punto sin partida,
es la última etapa de este viaje tan transcendental.

Disfrutemos pues de estos momentos tan bellos,
y recordemos a los compañeros ya desaparecidos,
preguntémonos con ilusión, ¿Que habrá sido de ellos?
y abriguemos la esperanza de encontrarlos complacidos.