No tengo que dejarme cegar por luz alguna
aunque reconozco, al decirlo, algo me ciega.
Mis cosas hechas, mis amores tenidos, mis poemas,
al viento, alguna loca ambición del tiempo porvenir.
Marca que el hambre me dejó en la nostalgia.
Algún muerto querido reclamando su muerte.
Algo me ciega cuando escribo: he amado.
Algo de la libertad que ya no podré ser.
Algún pedazo de sol caído para siempre.
Algo que ya no brilla para nadie, me ciega.
Un fulgor que no siendo, no ve nada en mí.
Y ese no ver lo que será imposible, habla,
me dice del deambular efímero de los astros,
de un amor hecho carne sobre los ojos ciegos.
(Del libro La patria del poeta; Ed. Grupo Cero)