El ladrón salta la tapia,
viola la cerradura
hasta obtener la presea,
que luego encierra tras una cerradura inviolable,
detrás de una alta tapia,
en procura
que no haya ladrón que se la sustraiga
Vivimos en un mundo
donde estúpidamente nos quitamos la vida
para satisfacer aspiraciones de un señor
que nos manda a decir que somos
imbéciles, pobres, feos e incompletos...
compramos un teléfono nuevo,
y botamos el que teníamos aunque funcione perfectamente
solo porque el nuevo viene en diferente color,
tiene mayor capacidad de memoria,
y anuncian que lo ha comprado la influencer de moda
Negamos, despreciamos y hasta maltratamos
a los hijos propios
para ir a malcriar y consentir
a los hijos que otro dejó abandonados
Nos creímos tan grandes y omnipotentes...
¡lástima que solo lo creímos,
no trabajamos para serlo!
que arremetimos contra la perfección de la naturaleza,
cercenamos nuestro cuerpo
para cambiar y supuestamente mejorar
lo que Ella ha creado
Pero al final de la jornada,
cuando el karma nos alcanza,
nos victimizamos y culpamos a otros
de nuestra propia mediocridad,
nuestros padres que no nos dieron lo que necesitábamos,
los maestros por no enseñarnos lo que debían,
los vecinos por no aceptarnos como somos,
el sistema por condicionarnos e instrumentalizarnos,
el amo
por ser demasiado sanguinario en su explotación,
el esclavo
por ser haragán y no rendir
lo que el amo necesita para suplir sus necesidades
En nuestra estúpida soberbia
inventamos la propiedad privada,
y nos privamos de nuestra propia libertad,
pues nos encadenamos a elementos superfluos
que pretendemos vitales:
poseer un pedazo de tierra
con un puñado de piedras amalgamadas,
a las que llamamos casa...
¡ojalá hogar!
renunciando al resto del planeta,
poseer un vehículo propio
para evitar el contacto con otros ciudadanos,
aspiramos a poseer piedras,
el último invento,
ser tratado como exclusivos...
aunque esto nos vuelva comunes y corrientes
Convertimos los elementos universales bienes de intercambio,
comerciamos la extensión de la tierra,
hiriendo su faz con cercas y fronteras,
de las cuales reclamamos la inviolabilidad de las nuestras,
pero a la vez la permisividad de las ajenas;
comerciamos el agua, el aire, la vida y la libertad
Inventamos de vender nuestra fuerza de trabajo,
pero luego nos presumimos mantenidos,
renunciando a la iniciativa,
volviéndonos igual que una máquina
que hace única y exclusivamente lo que se le programa,
poniéndonos en desventaja frente aquellas,
pues ellas solo requieren mantenimiento,
sin recesos, sin vacaciones, sin psicólogos, sin dietistas,
Nos quejamos de la vida, pero le tenemos pavor a la muerte,
Esperamos cosechar lo que no cultivamos
y desde el principio y hasta el final
pretendemos un expiatorio
que nos mantenga inmunes de la mediocridad,
mis padres,
mi familia,
la iglesia,
la sociedad,
el sistema,
el gobierno,
Dios