En la penumbra de la voz,
un garabato se desliza,
anhelando un papel de piel
donde susurra el eco de la esencia.
Despiertan los sentidos,
con el roce cálido de las palabras,
cada sílaba es un susurro,
un murmullo que acaricia
la noche entre sus sombras.
El lápiz danza sobre el vacío,
sus trazos son estrellas caídas
que buscan la luz de un nombre,
y en cada línea, una historia
se despliega como alas en el viento.
Hay un garabato en los ojos,
un reflejo que busca su ser,
dibujando la silueta de un sueño
en el lienzo del alma,
donde las letras son caricias
y el silencio, un océano profundo.
Deseo que el tiempo se detenga,
que cada palabra florezca
como un jardín en la bruma,
y que el garabato encuentre su lugar
en el abrazo, en una mirada,
en el refugio de un latido.