Sencillas cosas en noches serenas
agobian dos almas que mueren de ganas.
Reciben la noche con ansias de anhelo;
perfumes dorados se hacen tesoros
de labios que rociaron llamas.
Nuestras sombras tornadas en destellos, susurros parecen de ensueño.
Caricias que cabalgan y surcan tu espalda, acalladas por la fuerza de tu mirada,
dibujando destrezas en la cama.
Tus manos me encuentran, se aferran con fuerza;
cada latido resuena en tu pecho.
Y en el silencio profundo de la noche,
dos corazones laten al unísono.
El tiempo se desvanece, el mundo añora; dos almas en su danza sagrada.
Las sencillas cosas son joyas divinas;
con las manecillas del reloj, tu cuerpo se mueve en armonía.