Precognición, vaticinios del futuro.
En los abismos de la mente está el devenir,
ballenas navegan en un océano sin fondo,
sus sombras, presagios de futuros revelados,
mientras Medusa, con sus ojos de obsidiana,
petrifica cada visión que se atreve a emerger,
el terror paraliza lo que el corazón no quiere aceptar.
En tal vorágine, las imágenes brillan,
y lo que se ve, se siente como una condena.
Los herbolarios murmuran en el crepúsculo,
parias prometen respuestas en la penumbra,
fauces hambrientas se alzan en campos marchitos,
donde truhanes juegan con secretos ajenos,
riéndose de los túmulos en la memoria,
sus risas devoran el vacío de la existencia.
El látigo del tiempo estigmatiza la piel,
muere la calma con cada latido del futuro,
las estalactitas del destino caen pesadas,
marcando el ritmo de la intuición, frías y duras.
Cada gota, una verdad que no se puede ignorar,
mientras la mirada de Medusa acechante,
anhela solidificar el flujo de cada revelación
Así la catarata de encrucijadas se despliega sin fin,
arrastrando los espectros del pasado y del presente,
el flujo incontrolable arrasa la certeza,
en tanto el reflejo plateado de lo que vendrá,
se mezcla con las aguas turbulentas del ahora,
y arrastra lo que el vidente alguna vez fue.
En esta fragilidad el viaje continúa,
entre ballenas que entonan cánticos antiguos,
las visiones se amalgaman en torrentes de augurios,
es la tormenta que desborda, arrastrando el alma,
dejando cicatrices de lo que está incierto.
La prisión del porvenir se cierne y sucumbe.
Las réplicas de la visión retornan al ocaso,
donde laberintos forman su manto de frialdad.
El tiempo se retuerce bajo el azote de lo inevitable,
cada instante una revelación que estaba oculta.
Los herbolarios han sido tragados por el polvo,
y los embaucadores se han ido con sus risas desvanecidas.
El observador se halla en el abismo,
la luz plateada de la visión se encuentra con la oscuridad,
¿ O acaso, al tocar la superficie, el futuro se fragmenta como profecías, dejando incertidumbre ?
En las planicies de lo inevitable, se disuelve,
el parangón de la existencia que es eterno.
En tal desconexión las ballenas se desvanecen,
mientras sus huesos caen y las visiones colapsan,
en la inmensidad del subconsciente, el viaje llega a su fin
donde las estalactitas se derriten en el fluir del tiempo,
y un agujero negro abraza lo inerte y tétrico,
un último arrullo de lo que nunca se puede evitar.
En la quietud del conocimiento, la precognición emerge,
intrincada, eterna en el alma del explorador,
cada revelación se torna tribulación, cada presagio un lastre,
el futuro inexorable se desdibuja en aislamiento,
y él qué sabe, al final del viaje, se enfrenta a su destino,
reflejando en el agua plateada lo que está por venir.
xElthan.