Para nosotros mismos, somos, más crueles que la sorpresa de la insuerte con que se adorna la vida, y más reales que los besos de afilada bigardía para desapropiar la muerte.
Somos, un fruto de hacer el amor diariamente, y en su semilla, colmandantes bocanadas de ilusión por cada sueño empecinado a corroer en el presente.
La mirada inquisidora, viadora... asechando una luz astral que nos guíe hacia la perpetuidad, somos; la letra en el remediavagos de la rebeldía, y la evolución de dia a dia comprender un nuevo diantre.
Somos la mano que se empuña para comandar la euforia, las sabanas mojadas de indeleble gloria...