Te alabaré en medio de la congregación (Sal. 22:22).
En el coro de la vida, cada voz es esencial,
cada tono y cada nota, un regalo celestial.
Algunos temen al canto, su voz parece esconder,
mas con valor y con anhelo, su temor pueden vencer.
Cantar es un arte, un acto de fe,
una ofrenda de amor a Jehová se elevará.
Es unirse a los cielos en armoniosa comunión,
es la esencia del alma que se expresa sin temor.
En las reuniones cantamos, no por vanidad o son,
sino para alabar a quien nos da la salvación.
Es un eco de esperanza, un susurro de bondad,
una forma de decir que buscamos la verdad.
No importa si la voz tiembla o si el tono no es perfecto,
lo que cuenta es el sentir, el corazón abierto y recto.
Jehová escucha el intento, la sinceridad valora,
y en su libro de la vida, cada esfuerzo anota.
Así que alza tu canto, aunque sea en suave tono,
que cada palabra sea un puente hacia lo eterno.
Y si el miedo te acosa, recuerda el fin mayor,
es Jehová quien te escucha, y a Él le cantas con amor.
Comentar es compartir, es dar de tu visión,
es sumar a la enseñanza con humilde opinión.
No se trata de extensos discursos o gran elocución,
sino de aportes sinceros nacidos del corazón.
Si te cuesta encontrar las palabras, no desesperes,
Jehová valora el esfuerzo, no las frases más severes.
Una palabra, una frase, si es genuina y real,
puede ser más impactante que un discurso formal.
Así que en tu próxima reunión, no dudes en participar,
tu voz y tus palabras tienen mucho que aportar.
Recuerda que en el coro de la fe, cada voz cuenta igual,
y en la sinfonía divina, todas juntas brillarán.