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¡Y SIN EMBARGO NO PUEDO!

Me encantaría mantenerte lejos de mi pecho, angustia,

y sin embargo no puedo.

Algo me atrae hacia ti,

como si fuesen las caderas de un ensueño

que horadan la lujuria de la noche

y abren ventanas que yo no cierro.

Quizás mi arrojo y mi soberbia

sean las dosis amargas del recurrente misterio,

musa consorte de las mil dudas  

compañía infinita hacia donde las almas

buscan su propia identidad y sosiego.

 

Me encantaría poseer y disfrutar

la calma y el reposo de tu pasión, ternura,

y sin embargo no puedo.

Algo de ti me torna inseguro

que me aleja y vulnera

como la culpa invisible de lo que debo y temo.

Sin ti, me vivo lejano y frágil

como una máscara de humo y fuego.

Te confieso, ternura que, en la intimidad,

te besaría en mi jardín

invitándote a la virtud de la piedad y de la luz

que solo ante tus ojos

lo autentico exhibe su corona.   

 

Si no apareces, me enredo entre huracanes

desangrado por dedos con espinas

y la seducción del desenfreno

en esos momentos sin brújula y sin un bies de voluntad

de lo cual preciso liberarme con urgencia

y ampararme invisible entre tus sombras

entregándome al amor y su consuelo,

en un rito de infinita y merecida autocompasión,

y sin embargo no puedo.