Carlos Eduardo

Illusion

 

Nuestro lenguaje es de los antepasados,

hablamos con sus palabras, su acento, tono, ritmo,

connotaciones, ...

 

Al crear textos escritos,

se es otro,

uno pasa a segundo plano,

en ese momento se expresa

un Dios borrado,

el fruto es seco, ajeno, intemporal,

el que escribe no es él,

imposible que lo sea;

por tal y más,

los principales hombres de la historia de Occidente,

íntegros, cabales, ... 

usaron solamente la palabra oral,

que es la palabra viva

situada en tiempo y lugar frente a otros

que les pueden rebatir,

dialogar, interferir ...

 

Esa palabra viva establece trascendencia,

cruza fronteras, llega a lo más hondo;

Sócrates y Jesús lo sabían

uno estableció la racionalidad de juicio, ...

el otro el amor, el desprendimiento, ...

 

Un tercero,

Platón,

lo sabía,

lo intentó en sus primeros

pasos por la Filosofía;

la tentación lo superó.

 

De la misma forma los recitadores,

cantantes, la prensa escrita, el cine,

gran parte de la TV, ...

son falsarias, no les es propio

lo que presentan,

no están involucrados

en tiempo y lugar siendo ellos mismos

delante un otro que pueda debatir.

 

Los escritores, pierden su propia vida

mientras escriben, incluso Shakespeare

representando sus obras

en el teatro.

 

La música en cualquier medio

pierde el halo de la existencia.

 

Posiblemente el Jazz delante de un público

sea la única música realmente trascendente.

 

Mozart, McCartney, ...

al interpretar su propia música en un auditorio,

se acercan algo

si hacen variaciones exclusivas sobre el mismo tema

nacidas de su inspiración en tales momentos.

 

Somos poetas muertos.

 

* Lo vivo nunca se entera que está muerto.