Recuerdo el primer beso como si hubiera sido anoche.
Cientos de fotos de aquel breve invierno, su piel dorada por el sol atravesando el cristal,
Sus labios calentando los míos que tiritando ante el frío se rendían.
En esas manos que me acariciaron con suavidad, me sentí querida, amada, sin dolor, sin temor.
Por las mañanas, el amor me llamaba, y sin pensarlo yo corría hacia esos brazos que me me amaban .
Pero cuan espejismo, él fue un sueño efímero, que se desvaneció con el sol de primavera.
Ahora, cuando nos cruzamos, sin decir una palabra,
Nuestras miradas se encuentran, y el tiempo se detiene un instante ante su saludo.
Una brisa de nostalgia surge, un susurro que evoca un pasado que alguna vez fue una mañana helada con olor a café y pasión.