Samuelkshe

EXTASIS

 

 

 

Propincuo susurro,

en tus labios de piélago,

marulla mi oído

con la borrasca de tus besos.

 

Calor y luz por el haz de tus manos,

frío y viento por el envés de tus piernas,

sacude el Olmo de mi garganta rojiza,

piel fina, carne blanca.

 

Desnuda tus latidos,

como los árboles en otoño,

provocando una hojarasca de gemidos

esparcidas en mi pecho.

 

Desvela el acto empañado

por el vapor que nace en nuestros labios,

el abandono que tu alma entrega,

hambriento, el aroma exótico de tu cuello.

 

Mi aliento resbalando por tu espalda

como un río continuo y caudaloso,

desembocando en tu lago, en tu mar,

mariposa nocturna, licor de cereza.

 

Tu cuerpo de tierra desmenuzable,

Cautivo de tus labios redondos, húmeda y jugosa.

 

Cauce de sudor que fluye en cada movimiento,

En cada roce el chirrido del cielo,

En cada beso el éxtasis del infierno.

Mis manos como epístolas recorriendo tu cintura echa de prosa.

Tus caderas como las cuerdas de guitarra, vibrando en cada roce.

Oh muñeca, se funde entre mi pelvis la cellisca embriagada de resuellos.

 

El retablo nadando en sacudidas,

La vitrina fumando suspiros,

Drena mi íntima y profunda calma.

Devora el sosiego que la noche vela,

Has salir de mí la bestia

que se impregne a la orilla de tus oscuros deseos,

Y has brotar las rosas,

en este jardín violento.

 

Después de todo, la noche,

cual rocío, moja el pensamiento,

acurrucándose en la quimera

que tú y yo estamos a punto de obrar.