El monótono sonido
de un respirador de oxígeno
siempre me ha sugerido
un topetazo inconsciente,
repentino y salvaje,
en los hondos arrabales
donde esperan emboscados
el desengaño y la muerte.
El desengaño,
implacable flagelador
de la soberbia humana
que nos engaña y nos muerde
con patrañas de venturas
inagotables,
es el auditorio macabro
donde conocemos
las inmutables verdades.
La muerte,
recaudadora de embargos
producidos en la vida,
nos devuelve a la indigencia
del alma recién nacida.
El monótono sonido,
cuando apaga su estridencia,
es el quebranto inaudible
que anega nuestra conciencia:
la Parca cobra las deudas.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO