Escala montañas de esfuerzo
con sus piernas de acero.
Nada océanos de empeño
con sus brazos de hierro.
Cabalga sobre dos ruedas de viento
y hace sencillos abruptos senderos.
Su corazón se sale siempre del pecho
y lo regala cada día, completo.
Por su cabeza circulan audaces
miles de estrellas fugaces.
Cien semillas le brotan de cada pisada
con vocación de llegar a ser plantas.
En sus manos estalla la alegría
y triunfa furiosa la vida.
En sus ojos brilla siempre la luz
curiosa de una eterna inquietud.
Se baña en el aire y el sol,
y ama del mundo todo su color.
Resulta irresistible no entregar
todos los brazos a su amistad.