Elizabeth Maldonado Manzanero

De duelo por la vida

En el hogar de mi alma, vive el rey que he coronado

con mi constancia de amor le he fermentado

de poquito en poquito, las miseras alegrías

ya que la tristeza incurable se adhirió

como polvo del camino sobre su contrita vida.

Las fieras tempestades, la suerte negra

mancharon con hondas horas de desgracia,

la diáfana e intrincada luz de su mirada.

calla un mar de sin sabores por la partida

de su simiente, vaga los días recogiendo espinas

sereno y fuerte, me toma en un abrazo

y mi corazón gime al sentirlo tan extraviado.

Tiene de vicio las ganas de vivir por quien no vive

pero a descuidado su cuidado se precipita

sin quererlo ni saberlo al tálamo de la muerte

y mis ojos lloran cuan desgraciados,

de saberse presos de ese infierno

Cómo no llorar tan doblemente

por la pérdida de un maravilloso ser humano

y de un hombre al que mi corazón retiene…

Quisiera el cielo me ayudara a hacerle notar

lo que me inspira, lo mucho que a este mundo

y a mis brazos le hacen falta.