Es cierto, no pensé en que mi madre sufría, tal vez por su ignorancia y por su falta de vida social o por tener un marido bien poco comprensivo ella se veía fuerte. La verdad que no lo sé muy bien. La vida nos hace duros e intolerantes pero mi deseo es recordar momentos que viví con ella en mi niñez y temprana juventud. Yo vi muchas cosas en ella pero que en su momento no valoré, tal vez por ser pequeña. Recuerdo particularmente a un abuelo que pasaba vendiendo huevos por mi casa. Mi madre siempre le compraba eso grandes huevos, pero ese día lo invito a entrar a la casa y le pidió que se sentara y ella puso un lavatorio con agua tibia a sus pies. Muy tiernamente le saco unas vendas sucias que llevaba puestas. Tenía una herida muy fea, infectada y hedionda. Mi madre con sus rústicas manos lavó la herida y la limpió suavemente. Luego le puso algo como una crema oscura (tal vez esas recetas caseras que no pasan de moda en ciertos lugares) y le volvió a cubrir la herida con otra venda que tenía. El abuelo se despidió muy agradecido y regaló a mi madre una docena de huevos. Yo estaba acostumbrada a estas cosas porque mi madre siempre estaba haciendo algún favor y nunca esperaba nada a cambio.
Había unos niños muy pobres en la vecindad donde vivíamos y mi madre siempre les daba platos de comida o les servía en la misma casa. Aunque ella tenia una personalidad que muchas veces me asustaba, esas memorias hoy afloran como una película en mis ojos cerrados. Hay tantos detalles que recordar que no habría papel en el mundo para escribir sus memorias. Mujer analfabeta, pero con mucha sabiduría. Y cultura de la vida. Era una buena administradora, cuidaba el dinero y lo usaba sabiamente y nunca nos faltaba un plato de comida en la mesa y era una excelente cocinera. Con siete hijos que alimentar y un marido ausente por tanto trabajo, ella era una mujer muy inteligente y amante de su cocina.
Pero con sinceridad, nosotros los hijos, no la valoramos como ella se merecía. Dábamos por hecho que la comida estaría lista, que no nos faltarían los zapatos y la ropa y si no, nos enojábamos y no la respetábamos lo suficiente. Desearía volver atrás y abrazarla por todas esas veces en que la hice llorar. Me gustaría ver esos ojos rojos con tantas lágrimas vertidas por la vida dura que le tocó vivir. Hoy abrazo tu memoria y te lloro madre mía y te agradezco a ti y a Dios porque sé que tu amor me alcanzó aunque yo no lo entendía.