En la mesa dominicana,
se celebra la abundancia,
con sazón y gran prestancia,
la comida es soberana.
El mangú de la mañana,
con su salami y cebolla,
y el aroma que se arrolla
del sancocho bien servido,
es un festín compartido,
que el corazón nos embrolla!
El moro de habichuelas,
con su arroz bien sazonado,
y el pollo al horno dorado,
son delicias sin parcelas.
Recetas que las abuelas,
guardan con gran devoción,
son un canto, una canción,
que en cada plato revive,
y el paladar se percibe
como un verso en la ocasión!
El chivo guisado picante,
con su toque de cilantro,
es un manjar que en el canto
del fogón es importante.
Y el pescado al oleaje
con coco en la costa bella,
es un manjar, una estrella
que al Caribe da sabor,
es un símbolo de amor,
cultura y maravilla!
Los postres son poesía,
el dulce de leche y coco,
y el majarete en un poco
de canela y fantasía.
La bebida es alegría,
mabí y ron con limón,
que hacen fiesta en el rincón
de cada hogar, cada risa,
y la vida se improvisa
en esta rica canción!