Día lluvioso
La incesante llovizna corre su cortina sobre la ciudad.
El gris del asfalto
se convierte en un mar
de espejos pulidos.
Cada gota despierta un susurro sonoro,
y en la piel de la calle
las luces de los coches se disuelven
en reflejos líquidos de arcoíris furtivos.
La calle, antes fría y opaca,
es ahora un lienzo nacarado
donde los colores bailan festivos
entre sombras y destellos.