MIGUEL CARLOS VILLAR

Día lluvioso

Día lluvioso

 

La incesante llovizna corre su cortina sobre la ciudad.

El gris del asfalto

se convierte en un mar

de espejos pulidos.

 

Cada gota despierta un susurro sonoro,

y en la piel de la calle

las luces de los coches se disuelven

en reflejos líquidos de arcoíris furtivos.

 

La calle, antes fría y opaca,

es ahora un lienzo nacarado

donde los colores bailan festivos

entre sombras y destellos.