Quebranté un platillo, lo remendé con pegamento
Mas la viscosa materia aceleró su deslizamiento
Cómo obsequio a mi fracaso, sumó un incremento
Al liso delatador que explicaba mi comportamiento.
Intenté acomodarlo mojando mis dedos con arcilla
Pero el color enfermo no coincidía con su orilla
Si rígido y desfigurado nadie lo querría en su mesilla
Quién imaginaria tolerar acariciarlo con sus mejillas .
Probé algo más sedoso, probé remendar con oro
Desencadenó una disputa por el alterado tesoro
El salón retumbaba un ensordecedor infortunio sonoro
Mi pecho sólo escuchaba el platillo gritar socorro.
Pues cuando intenté repararlo con material frugal
No era digno de entretenerlo, de manera visual ni bucal
No obstante el brillo amarillo es fortuno y clerical
De sonido tan musical al caer, que es infamia criticar.
No desean la vajilla, si no la sustancia que le ha arreglado
Le hubieran comerciado perfecta, no en tan pobre estado
Plato roto es plato roto, sin importar qué tan lijado
Moraleja;
Similar es el corazón que quebranten, no por su altercado, sino por cómo fue expresado.