Cuando Dios pensó en mí,
Creo un vacío inmensurable,
Concavó en mí, silencio;
Y un sin fin de atardeceres en mis ojos.
Planto semillas de soledad a mis pies
Y un abismo muy bien pensado en mi alma,
Vertió sangre amarga por mis venas
Y innumerables mares en ellas.
Creó en mi desdicha amable
Y un corazón que se desase fácilmente.
Aunó estrellas en mi boca
Y versos secretos que emanaren de ella,
Creo un acantilado en mi mirada
Rocas a mi alrededor y arena.
Pensó muy bien en mí,
Pensó quizás que sería una hondonada fúnebre marchando por la vida.
Pensó Dios entonces mi desecha.