Sebastián Joel

Una mañana de invierno

Entre mares y palabras me dan miedo ambas, 

aunque no de extraños, sino de gente que me ama.

Sería paloma blanca si las demás ya no existieran,

mantengo mi mirada en la ventana y se aleja la cordillera.

 

Si el frío de las mañanas congela mis manos, 

¿por qué no ha de congelar mis pensamientos?

Si te pido que te acerques y abraces me calmo,

pero si me miras fijo te seguiré mintiendo.

 

Puedo estar bien sin estarlo, 

después de la tormenta sale el sol, pero ya pasó el ocaso. 

¿Fracaso? Podría ser de esperanza quedar escaso, 

pienso tranquilo y el sueño puedo alcanzarlo.