Tú, mi fiel lucero, luz de la luna,
no necesito al viento como guía,
pues en tu brillo puedo encuentrar el mar.
Seré aquel náufrago en tus cosmos
navegando perdido en tus constelaciones,
aferrándome a la promesa de tu abrazo,
sin anhelar más que tu mirar.
¿Qué más yo podría desear
si en ti se encuentran mis cielos,
si cada latido tuyo es un verso
que me invita a soñar?