Eres, mujer, como luciérnaga en el viento,
brillas en la penumbra, faro delicado,
tu luz desafía el tiempo desbordado,
guía de sombras, destello en mi tormento.
Tu fulgor sutil, de noche el firmamento,
resplandece en mi alma, en su vuelo alado,
y en tu candil el cielo es dibujado,
como una llama que danza en mi lamento.
Oh, dulce faro, en la sombra escondida,
tu brillo es un susurro, un breve resplandor,
que alumbra en el silencio, cual rendida.
Mujer, luciérnaga, en tu fulgor mi amor
se aviva, en la noche, tan bien querida,
como un eco eterno de tu candor.