Aquella foto que me hiciste,
en blanco y negro,
paseando al borde del rio.
Eran otros tiempos y nosotros éramos otros.
El río, eterno confidente,
guarda en su caudal la esencia
de aquellos días, que nunca volverán.
Las hierbas del camino,
fueron testigo de nuestra historia,
una historia escrita en silencio,
en miradas y en deseos.
Tus ojos retenían los anhelos,
que el hoy no ha podido borrar,
y nuestra alegría se mezclaba
con el canto de los pájaros.
El agua musitaba sus secretos,
que solo tú y yo sentíamos,
mientras las hojas caían lentas
como recuerdos en la memoria.