Era esa, una noche de relámpagos y lluviosa.
En la vía, sin quitasol y con frío, lo esperaba.
Los transeúntes miraban con actitud curiosa.
Mi impaciencia, por largas horas aumentaba.
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Sin dudas, lo mejor es que, a uno lo esperen.
En ese tiempo me pregunté:¿Qué hago aquí?
Nunca pensé que, hay hechos que, te hieren.
Así que, incomoda y sin pensar, me fui de allí.
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En verdad, no busco culpable, la tonta fui yo.
Él me deslumbró, con sus elegantes modales.
La prisa para ubicar todo en su sitio, me falló.
En la tierra, hay mortales y pocos angelicales.
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¡Enfrentar lo bueno y lo malo, tiene su sentido.
Aprendemos aceptando qué es, un descuido!