El amor es siempre un acto planeado,
aunque lo disfracen de azar o de suerte,
ningún corazón queda así de atrapado
sin antes medirse a la sombra de la muerte.
Dicen que es ciego, que llega de golpe,
que no tiene leyes, ni plan, ni motivo,
pero en cada flecha de su cruel soporte,
hay un gesto oculto, hay un fin decisivo.
El amor, mi amor, no es casual, lo sabes,
es un juego antiguo de astucia y de engaño,
aunque finja dulce, de frases suaves,
es trampa que el tiempo nos pone de extraño.
Nos decimos libres, nos creemos dueños,
pero en cada abrazo, en cada suspiro,
hay cadenas finas que enlazan los sueños,
y un guiño sutil que nos marca el camino.
Así que no finjas, ni yo me ilusiono,
que en este teatro no hay nada de azar,
el amor, querida, es un plan, un encono,
que siempre buscamos sin poder evitar.
Es intencional el caer en sus brazos,
y aunque nos reímos de su cruda escena,
sabemos de sobra que somos sus lazos,
que el amor es siempre una dulce condena.