Oh, gran dicha vibrante, orgullo natural del hombre.
Que solemne puede pasear la mirada,
entre soleados jardines de tenue alborada
horizontes de hermosas flores, pero sin nombre
De todas ellas, sólo algunas; la mirada nos roba,
con multicolores destellos de suaves aromas,
de protegidos pistilos que apenados se asoman
para orgullosos mirarse en la acogedora alcoba
Donde con temblorosos titubeos, será bautizada.
Según sean sus atrevidas y delicadas acciones
Que serán místicas y románticas predicciones
de almas cuánticas de fotones enamoradas.
De anheladas y tibias mañanas, serás gloria.
Con tu silvestre nombre, Gloria de la Mañana.
Admiración para muchas miradas profanas.
Que ocultas quedarán, en varonil mirada
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
03/10/2024