Entonces llegaste en tu nube de silencio,
me elegiste para llevarme al templo,
depositándome en el ara para sacrificarme
con el tormento de tu silencio,
despojándome de mi corazón para romperme
el pecho con la daga de silencio
que penetraría en mi interior rompiendo
el esternón, haría brotar la sangre sobre el ara llena
de pétalos y flores, mi cuerpo sin alma y corazón
quedaría convertido en piedra de inmolación.
Mi alma convertida en polvo somnoliento,
sin amor, sin pasión, deformada por la lluvia y el viento,
vagaría por el universo, sola, sin conocimiento.