Augusto Fleid

Hablemos en el silencio

En el viento de la tarde suspira,  

como un lamento en la llanura,  

bajo el techo de pizarra gris,  

donde el sol se muerde los dedos.  

Una golondrina de carbón,  

en su nido de sombras tibias,  

abraza el pecho del cielo,  

como un niño que sueña con estrellas.

 

 

Hablemos en el silencio…

 

 

No mires atrás,  

donde los días son espejos rotos,  

no te muevas, escucha,  

el viento canta entre los olivos,  

empujando los campos,  

semillas que tiemblan,  

anhelando ser espigas doradas  

que se besan con la luna.

 

 

El mundo reposa  

en trazos de sombras y luces,  

el día se cierra,  

como un telón que se pliega,  

y el tiempo se desliza  

en susurros de un crepúsculo eterno.

 

 

Hablemos en el silencio…

 

 

En la última página,  

este invierno de anécdotas  

se abre al amanecer,  

comenzando en una hoja blanca,  

donde la vida escribe  

sus versos de esperanza  

en la arena del tiempo.