Me provocas poesía
al ver tu linda silueta
y yo, sin ser un poeta,
hasta el cielo te daría.
El verso que día a día
en mi conciencia reprimo
lo escribo, luego no imprimo,
porque en mi loca Tetunta
surge una sana pregunta:
¿Pero cómo te la rimo?
Si la rima no es mi fuerte
y la métrica, tampoco,
terminaré un poco loco
para mi muy mala suerte.
Entonces: ¿Cómo tenerte,
tan fresca como la cima
que alienta sabroso el clima?
Y si la brisa se junta
surge una nueva pregunta:
¿Será que otro te la rima?
Y así, transcurren mis versos,
muy dentro de mi conciencia;
y a veces, con impaciencia,
me salen versos diversos.
Si creen que son perversos
ya pronto irán comentando
y alguien quizá, preguntando,
con una justa sospecha
por doble filo que acecha:
¿Y quién se la va rimando?
El buen poeta la rima
utiliza en su esplendor
y versos llenos de amor,
con su pluma no escatima.
La elegancia que le imprima
a su verso bien pensado
como buen enamorado
dejará a su musa inquieta
aquel lujo de poeta
¡Cuándo bien se la ha rimado!