Compañera en los días de jóvenes sueños,
cuando el sol era eterno y el viento ligero,
cuando el futuro brillaba en nuestros ojos
y la vida aún no mostraba sus hilos rotos.
Compañera en los cortos pasos de adultos,
entre risas, trabajos y tiempos prestados,
cuando el peso sobre los hombros
nos enseñaba a luchar sin perder la fe.
Compañera en las horas de viejos recuerdos,
cuando el cuerpo se vuelve frágil y lento,
y, sin embargo, en tu mirada aún encuentro
el fuego y la chispa de aquellos momentos.
Eres compañera en cada estación,
del alba a la noche, del canto al silencio,
un refugio, un puerto en cada ocasión,
en la juventud, en la adultez, en el tiempo eterno.
G3