Ella, era o más bien fue, de esas mujeres conservadoras, que decían decirse mujeres de un solo hombre. Mujer maravillosa, exitosa profesora universitaria, conferencista y magnifica escritora. Eran de esas damas envidiada por hombres y mujeres de su entorno, de fina figura. A sus 50 años, conservaba mucho de su juventud, sin arrogancia y con mucho estilo, un cabello frondoso, lindas piernas y unos robustos senos, siempre prisioneros de su vestir conservador, estilo sastre que acentuaban su figura.
Ese año de promoción, hubo cambios en su facultad y el ingreso de nuevos profesores, trajo un aire nuevo al ambiente universitario y rejuveneció la facultad y a buena parte del personal. Entré ellas, Emily, se sintió impactada por las nuevas maestras que antes de cumplir los 30 años ya eran doctoras, muy competentes, Emily, conoció a cada uno y una por su nombre, con la frialdad administrativa, que suelen tener las funcionarias, poniendo distancia entre el saludo, la admisión, lo personal y las tareas que se llevan a cabo ese año.
Una mañana, después de la conferencia inaugural del semestre en la facultad, el joven Dr., Aguilar, se acercó a la directora y la felicito por su conferencia y ella quedo impactada por sus ojos color claros y el aroma de su perfume la traslado a sus años de estudiante y sintió una ebriedad repentina, que conmociono toda su estructura afectiva y axiológica. Conduciéndolo hasta su oficina sin escucharle lo que su joven acompañante decía y disfrutando de un café que su secretaria había traído. Sintió, vivió algo extraño y parecido.
Cuando el Profesor Aguilar abandono su oficina, ella aún estaba con esa sensación de embriaguez y con el olor de Él en sus manos y sus pechos olían a Él, aunque habían estado a metro y medio de distancia en toda la charla, que no podía recordar de lo que había versado. A partir de ahí se sintió impura de acuerdo con sus valores conservadores y le escondió su mirada a su esposo, compañero de vida de los últimos 25 años de vida matrimonial. El único amor que había tenido y en quien había pensado desde la facultad.
Ella cambio, su vestir, su sonrisa, el largo de su falda y la pronunciación del escote, que anunciaba la frescura de su nueva primavera, dando vida a su otoño. Fue en esa fiesta de navidad, cuando decidió compartir con sus compañeros esos días y se vistió de pecado, sin sentir ningún tipo de remordimiento y beso a su pareja, saliendo apresurada al lugar del evento y ahí estaba EL, con su olor, su mirada, sus músculos dibujados a través de su suéter, que ella misma le había regalado. Esa noche seria su noche, la noche de ellos.
Su pareja, el Dr. Práxedis había podido adelantar su vuelo, tras clausurar la semana de ingeniería y quiso sorprenderla llegando del aeropuerto al lugar donde su esposa le había dicho que estaría. Al llegar vio como Emily salía del brazo de su joven amante, besándose como una pareja enamorada. Su mundo se derrumbó, pero conservo la calma estoica y los siguió al hotel, donde entraron. Con su fuerza emocional destruida, toco la puerta del pecado, pretextando una entrega y al abrirse Vio a Emily sorprendida, desnuda y su amante. Solo se fue para siempre, con dolor.
Ella, se incorporó asombrada, con miles de preguntas y un arrepentimiento que le corría desde los dedos de sus pies hasta el último cabello. Quería explicar su error, decirle que aún no había pasado nada, solo unos besos. De lo intacto de su amor y que lo que había visto no era lo que parecía. solo una atracción física, que nada tenía que ver con su amor de 25 años, que lo amaba. Pero nunca volvió a saber de su esposo o exesposo. Ella se marchito como flor y nunca más volvió a sonreír ni saber de hombres y menos del amor de su vida. El cáncer la consumió.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO