Antonia Ceada Acevedo

Hasta pronto,mi amor.

 Me voy, amor. 

Te dejo tu playa que fue fármaco para mis heridas infectadas. 

Se quedan las gaviotas que me vieron pasear la noche  

de este encubierto y secreto universo. 

 Contigo, queda el silencio, la paz, la calma con sus cuánticos. 

También, te dejo la libertad de ser yo en todos los estados y estaciones. 

Me llevo el remedio para la cura de la espada. 

Si no vuelvo quiero que te quedes con este espíritu  

que escuchaste lavaste, secaste y cuidaste. 

Dejo mi espacio en tu eterna casa de salitre. 

Los ojos del sol que me miraban cálidos y tiernamente. 

Una barca cargada de sueños, en la arena húmeda. 

Mis huellas en tus mareas bajas. 

Las memorias de mi esencia vieja y cansada, 

los peces, las conchas desgastadas por la erosión. 

Mis besos en tu orilla de sal y delirio. 

-cuánta melancolía. 

El puerto mojado de otoño, los bancos de hierro, fríos, solos. 

Me voy con mi soledad, consentida, de penumbras e ideales. 

¡Hasta la brisa habla! 

- ¿La escuchas, mi amor? 

El baúl de mis cuentos al viento  

 que traes y arrastras cuándo estás embravecido. 

Algunas carcajadas nerviosas de café helado y hierba. 

Las emociones contradictorias de las corrientes de mi cuerpo. 

El bautizo del pecado que origina la inconciencia. 

Mi rodilla clavada en tierra buscando el perdón de no saber por qué. 

Las algas de mis marejadas que boicotean tu paso. 

Un trozo de mí que no volverá al hoy. 

Las ojeadas del horizonte clavadas en mis pupilas 

como advertencia de un mal mayor. 

El renacimiento de nuevas fabulas. 

El amanecer fresco de la suerte. 

Quedará mi ausencia. 

Me voy, y conmigo se van las vigilias de mi blanca piel. 

Me llevo la tristeza anclada en las venas de esta existencia. 

-quizás vuelva, no lo sé 

Hasta pronto, mi amor. 

Mi océano. 

 

 

Antonia  Ceada Acevedo©