Creo que es hora ya,
de resignarme a tu ida.
Hace mucho te extraño
y tal vez te extrañe siempre,
quizá nunca deje
de pensar y de oír ecos.
Te he llorado tanto,
te he amado tanto,
más el suplicio humano
de tu ausencia,
todo se une.
De mis ojos, se llenaría
un mar en el desierto
con mis lágrimas,
y aún se me iría la vida
contándolas una a una
mientras te espero.
Mis tristezas se harían una,
y serían tantas al irse
en todo lo que te escriba.
Pero que va…
Con la espera dulce
o amarga de mi fin,
nunca volverás.
Será hora de resignarme
a que primero se apague el sol,
antes que tu pongas tu pie
en tu casa que es mi vida.
Porque a diario estas
en el aire, en el cielo,
en mis miedos, mis anhelos,
pero no en mis esperanzas.
Porque te amo y aún así
cuando quiera estar contigo
tendré que recordarte
para tenerte cerca,
y porque mis ojos
ya no han ver
tu rostro ante el mío al amanecer.