Miguel Ángel Miguélez

Los que sufren de amor

 

 

 

 

 

Los que sufren de amor

lo reconocen:

Es la flama, el tizón

ardiente, el nombre

 

que dibuja una mano

que a sí dispone

al galope los astros,

días y noches

 

entre luces, auroras

y el brusco eclipse,

más allá del crepúsculo

que nos redime

 

de su fuego que incendia

los sentimientos,

refulgente en su esencia

y sus aspectos.

 

Como tea en la piel,

como una espina

que nos talla a cincel

por las esquinas

 

del alma y que, en pedazos

de luna llena,

se acumula al costado

y dulce riela

 

como si, en un recuerdo

cercano al alba,

enjugaran los besos

todas las lágrimas.

 

Los que sufren de amor

en la distancia

de los cuerpos celestes

de una galaxia

 

que gravita y los mece

en la nostalgia,

en su espíritu hienden

fría una daga.

 

Los que sufren de amor

en la distancia

son aquellos, y sienten

honda su llaga.