Yeshuapoemario

Educa al niño en el camino por el que debe ir, y no lo dejará ni siquiera cuando llegue a viejo (Prov. 22:6).

 

En el jardín de la vida, una madre siembra con amor,

las semillas de la fe y la esperanza en Jehová.

Con paciencia ella riega, con ternura y con afán,

esperando que sus frutos, al cielo puedan tocar.

 

Cada día es un verso en el poema de criar,

un compás de espera dulce, un suspiro en el altar.

La semilla en tierra fértil, con el tiempo brotará,

y las raíces de su fe, profundas se anclarán.

 

No hay certeza en la cosecha, ni en el fruto que dará,

pero la madre confía, su labor no cesará.

Ella guía con su ejemplo, con su amor que es sin igual,

y aunque el camino sea incierto, su esperanza no morirá.

 

Como el sol que cada día, su luz viene a regalar,

ella ofrece su cariño, sin pensar en lo demás.

Y aunque a veces la duda, en su mente pueda estar,

su fe es como un faro, que en la oscuridad brillará.

 

Educar es un arte, un desafío sin final,

un camino de paciencia, donde hay mucho que sembrar.

Y aunque el hijo no responda, como ella pueda esperar,

su amor es incondicional, y nunca se apagará.

 

Porque una madre que enseña, con principios y moral,

sabe que su esfuerzo, no será en vano jamás.

Y aunque el tiempo pase, y el niño a hombre cambiará,

las lecciones de su madre, en su corazón quedará.

 

Así que sigue adelante, madre cristiana fuerte y sin igual,

tu labor es la más noble, tu misión es especial.

Y recuerda que en el cielo, hay un Dios que ve tu andar,

y en su libro de la vida, tu nombre va a resaltar.