Mi tierno y enigmático eterno,
incólume ante las azarosas mareas;
presto y diestro en tus despliegues
que te hacen mi fiel y amado caballero.
Tú, mi sanforizado sempiterno,
derrumbas las oscuridades
con esa sonrisa que aquieta el caos
y desvanece los grises azulados.
Perenne… tu amor traspasa el tiempo;
el infierno no existe si tu cielo arropa
mis profundos anhelos... corporeizados
ante la dulzura de la miel de tus besos.