Augusto Fleid

Se que llegarás

Llegarás,  

no importa el murmullo del alba que susurra,  

siento en la piel el latido de tu sombra,  

y te esperaré, paciente como un río,  

en la bruma de estos meses que se deslizan,  

como hojas secas en un viento errante.

 

 

Habrás sanado,  

como un verso encendido,  

explotando en volcanes de pasión,  

laderas ardientes,  

y volverás,  

con el eco de tu risa como un canto,  

en el silencio de esta noche que abrasa.

 

 

En esta calle vacía,  

solo queda el eco de lo perdido,  

el andar de los días,  

las hojas de otoño que susurran  

una palabra rota,  

precipitando en un amanecer sin promesas,  

frente a la tempestad de un invierno sordo.

 

 

Te tengo,  

y a la vez no,  

en sueños me abrazas,  

pero en la realidad,  

te ignoro,  

en esta soledad que me pesa,  

con la mirada perdida  

y una herida en el pecho,  

inmóvil ante la pena que florece.

 

 

Llegarás,  

con historias del viejo continente,  

como relatos olvidados que renacen,  

llenando este vacío que en la casa habita.  

Y aunque el vacío persista,  

te diré que estarás mejor.

 

 

Te espero,  

en el naranjo que florece,  

en los viejos olivos,  

en los laureles que guardan secretos,  

en la sombra que desafía lo inimaginable,  

donde la esperanza se asoma,  

y la vida brota como un manantial.