En esta habitación oscura y clara,
abierta a la pasión de la esperanza,
la vida quiso entrar por la ventana
cerrada por un viento con guadaña.
Yo mismo pude abrirle esta mañana
al tiempo que mi fe se desgarraba
en plegarias con sabor a despedida,
pero en mi afán de cauterizar la herida
y destapar a la luz el alma mía,
noté vociferar al bruno cielo
y el agua restalló potente y fría
en el austero cristal de la ventana.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO