Cielo de noche

El navegante traidor.

Déjame en el muelle, no busques mi abrigo,  

no busques mis dulces palabras.  

y que el viento  te susurre nuestra historia como una maldición.  

 

Déjame en el muelle, y no regreses jamás.  

Marinero traidor, clavaste un arpón  

donde sabías que me dolía,  

 

Me diste tu mano,  y mientras acariciabas mi rostro,  

se ocultaba tu intención.  

Puede ver tus ojos negros vacíos como esa 

sombra que oscurece la luz de la luna.  

 

Marinero con corazón de hiel,  

navega y vete lejos en el mar embravecido.  

Que las tormentas te envuelvan en su furia,  

y en los golpes del agua llores por mi ausencia,  

que tus gritos se  pierdan en la profundidad.  

 

Recuerda, traidor, que la sirena que amaste  

no es solo un canto, sino un lamento.  

El dolor de mi canto se ahoga entre las olas,  

y tú, con tu corazón de hielo,  

navegarás solo, cargando la culpa.  

 

Déjame en el muelle,  

donde el sol se pone en este crudo amanecer  y el mar se despide,  

porque en el silencio que dejas,  

en la brisa que sopla,  

mi espíritu se libera,  

y en mi ausencia,  

te perderás en la eternidad.