Se te acabo la compostura de las palabras y a mi se me fueron los actos, mi error era quererte con la luz que emanaban al verte mis ojos, todas las caricias del alma, se volvieron caricias de asco.
Dolió dejar, claro pero si veía atrás caminaria al deseo de volver a tus besos, pero a hora te dolerá como me dolió, porque no has de hallarme en ninguna otra sensación como las agitadas qué tenias conmigo.
No me hallarás ni en tus gemidos qué serán tan básicos como las notas de cualquier pianista principiante, no me hallarás y te ahogaras.
Es que por amar casi muero, y por intentar iba perdiendo, no olvidarás a la mujer del vestido negro.