Confesiones al atardecer.
Me detuve allí en aquel desolado paraje, caía la tarde, mire al infinito y de alguna manera me olvide de ciertos viejos cánones,entonces sentí aquellas húmedas lágrimas y les confieso que no me sorprendí cuando corrieron por mis mejillas, es natural que así suceda , sobre todo cuando un hombre tiene sentimientos encontrados...
El Huagiro.
Madrid, Octubre del 2020.