Es hablar con el viento frenético.
Mojarse los labios de lluvia fría.
Es bailar con la música del mar
que amansa a la fiera traviesa.
Es tatuar sobre el papel
los sentimientos caducos
de otras verdes vidas
en una historia vaga y lenta.
Es, llorar por tantas injusticias
Y contagiar con argumentos
el corazón humano, dormido
Y la carne de otras carnes.
Es la inocencia solidaria
con boca rosa de niña
cubriendo de belleza
el húmedo invierno de la vejez.
Escribir es como vaciarse
de cristales rotos y espinas.
Es perfumar de abril
la adolescencia infinita.
A veces,tambien,es morir.
Antonia Ceada Acevedo