Jorge L Amarillo

No hubo un presagio

No hubo un presagio que me advirtiera

que de pronto mi dicha podría caer,

como caen las lágrimas con dolor

cuando la nostalgia deshoja el ayer.

 

Ni hubo un sueño lleno de certeza

ni ojos que todo lo pudieran ver,

y mi tragedia se abrió como una flor

y en silencio fue devorándome.

 

No existió un camino lleno de huellas

solo una soledad con una invisible red,

donde el aire envenenó a mi respiración

y todo fue un péndulo entre el mal y el bien.

 

Ahora es tarde. Ya caí en la tristeza

en la fragilidad de la cabeza a mis pies,

donde lo amargo me convida su sabor

y el tiempo al pasar va apagando a mi fe.

 

Todo está ardiendo en una única hoguera

donde todo de mí va a desaparecer,

y conmigo, en mis manos, solo un poema

con palabras de mi alma, que ya nadie va a leer.