Tus labios hipnóticos, tus ojos suplicantes,
Ellos buscan que mi corazón sea ceniza.
Buscan consumirse en un ansiado contacto,
¿Podré ser capaz de esquivar la llamarada
o me dejaré evaporar?
Cuando estoy mirándote a lo lejos,
me aseguro no ser de leña.
Pareces de otro planeta,
ajena a toda regla conocida.
Llegas con esa ola abrazante,
de sofocante erotismo.
Y siento como me nacen raíces,
como mi piel se vuelve áspera, llena de virutas.
Como todo mi ser está dispuesto
para tu deseo.
Te asemejas tanto a la magia,
que si no te tuviera frente a mí,
siempre transparente y atrapante,
hermosa y llamativa,
no creería en tu mera existencia.
Allá, de donde provenís,
¿te consideran una bruja o un ser divino?
Solo la magia más poderosa
se asemeja al calor de tu cuerpo,
al sonido de tu respiración.
Y a mi necesidad casi innata
de querer pertenecerte.
Mi deseo me persigue,
busca alcanzarme y llamarte mía.
Mi cuerpo quiere entregarse al calor,
a tu calor.
Me anhela fundirse en tu boca,
perderse en tus dulces curvas
y desaparecer en el viento,
vuelto cenizas tras arder en tu fuego.