mirandalarronda

nosotros

Te conocí, esa mañana fría

donde nuestras miradas se encontraron.

Compartimos sentimientos sin cruzar palabra.


Tú y yo sabíamos lo que queríamos;

yo, terca, me negaba,

pero esa sonrisa con hoyuelos, única en ti,

brillaba más que el sol en esa mañana.


Hacía frío, pero al verte,

me enrojecía y experimentaba un ardor profundo,

mientras el mundo a nuestro alrededor se desdibujaba.


En ese instante, la primavera prometía

un amor que florecería con el tiempo,

y aunque la duda nublaba mi mente,

tu luz se volvía esencial.


Cada latido resonaba como un eco

en las paredes de lo que podría ser,

confundida pero decidida,

consciente de lo que sentía,

pero nublada por la incertidumbre,

dejando huellas imborrables en mi corazón.


Así, entre sueños y promesas,

nuestro amor comenzaba a escribirse,

una historia que florece en el tiempo,

marcando un camino en la eternidad,

esperando llenar hojas vacías de una historia

sin un final predecible.