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Juana, una historia como tantas otras....

Harta Juana, de convivir con Pedro, se separó. Pedrito como lo llamaban sus amigos, a pesar de pasar los cuarenta.Provenía de una familia tradicional, era el mayor de cuatro hermanos y él al ser el primogénito, le llamaron como su padre.Así que él siempre fue Pedrito. Ese diminutivo, definitivamente lo marcó para seguir haciento travesuras y ser disculpado .Primeramente por su madre, apañádolo y Juana no sería la sucesora.Cuando tomaron la decisión de vivir juntos, Juana al darse cuenta de sus caprichos y consentimientos, contemplados por sus padres, creó un reglamento.Para que si él estaba de acuerdo, lo firmara, disponiéndose a cumplirlo.Una vez, le indicó a cuantos items, había faltado en la semana.Ahí como gran seductor y manipulador que era, se iba y la dejaba hablando sola. No discutiría con ella, y mediante excusa de por medio, se iba a buscar un refresco que faltaba, o cualquier cosa que se le ocurriera, en ese momento.Los domingos, alternadamente compartían con sus familias. Juana, aprovechaba a sacar los trapitos al sol, con ellos y él también recíprocamente, con sus suegros.Los padres de Juana, eran bastante liberales, al consentir que vivieran juntos, sin haberse casado. Pedrito era encantador con ellos. Los conquistó, desde un primer momento, con su simpatía y risa franca.Asimismo,Juana y Lucía eran dos hemanas.Así fue, que su padre, encontró en su yerno, al hijo que le hubiera gustado tener.Se sentían en confianza.Establecieron un vínculo estrecho.Se sentían cómodos y se perdían en largas conversaciones.Cuando llegaban a la casa, Juana encontraba su ropa, regada por toda la sala.Como a ella, no le gustaba el desorden, iba amontonado, en el ropero o en el lavaropa.Sin embargo, los dos trabajaban, pero la faena de la casa, recaía solo en ella. Excepto, una vez que Pedrito cogió la escoba, y barrió la terraza., en sus cinco años de convivencia.Y en las discusiones, sacaba a relucirlo, como si lo hiciera a diario...El llegaba tarde, sin explicación alguna. Igualmente estaban enamorados y por decisión mutua, quisieron tener un hijo y se casaron.Cuando apareció el bebé, Juana se convirtió en ama de casa y nodriza. El le remarcaba, que  no tenía ningún derecho a reclamo, porque era el proveedor. Finalmente, cuando ya la pelea, estaba a punto de explotar, siempre le dijo: la puerta estaba ahí, que si no le gustaba que se fuera. En ese estrés, a Juana se le fue la leche, y tuvo que seguir con leche maternal. Seguían compartiendo techo, pero el diálogo prácticamente inexistente, se dejaban notas en la puerta de la nevera, sujetada por un imán. Mientras tanto, Juana estuvo a punto de ser alcóholica, fumando y bebiendo espero, como el tango.Se sentaba, mirando el pozo de aire, del piso donde vivían. El fingía que cambiaría, ella se enteraba ,por terceros, porque cada vez la relación estaba más deshilachada. Nunca supo Juana, la razón de sus interminables mentiras.La relación tóxica permanecería, porque cuando se separaron, siguió haciendo esperar, a su único hijo.Cuando ella le reclamó, la respuesta fue la misma, que no tenía ningún derecho, porque el los mantenía.

(rosi12)