Cuan larga es esta sucesión de las horas
donde mi vida corre presurosa hacia su muerte,
donde el destino está a merced de su instinto
y mi vida juega las cartas de su propia suerte.
El ayer, el hoy y el mañana se visten de inutilidad
donde se inmensa aquello que ya no se tiene,
mientras silencios que brotan alrededor mío
llevan a mi alma fragmentos de mi propia fiebre.
Siento el sacrificio de haber vivido ya
entre ausencias de cruces sin nombres e inertes,
de palpitar este ocaso donde todo se apaga
donde ya ni la tristeza siento que me duele.
Puedo sentir el callado crujir de mis huesos
de esto lírico que mágicamente me envuelve,
donde mi ida solo sabe a un poco de regreso
en estas horas en que mi espíritu simplemente duerme...