Pídeme más ahora que la cama está hecha
y que despojaste todo tu polvillo onírico
hecho sobre la cama.
Lo que quería decirte ya lo envolvió
una marea roja llamada corazón
Y sabes, no encuentro la forma más sugerente
para decir que lo insólito es
como un obsequio de aniversario extranjero,
un resplandor femenino, retocado, degustado por terceros.
Y ahora, la oportunidad de resurgir un sexto continente
se posterga, como cada segundo en fuentes,
cada segundo de nuestra vida, cientos de años y susurros
entre nosotros dos, el mundo entre nosotros dos,
retirado, como si fuera una piedra itinerante.
Libres de la dulce brisa encadenada,
sobre los otoños, el follaje en las nubes.
¿No parece esto hecho como por arte del polvillo
sobre esa cama, deshecha
como por profanación del monógamo?
Y si de un tiro volvemos, a la intensidad del beso,
y marchitamos nuestros relojes,
y así, tus resplandores matutinos en tonos trasnochados
no harían que cada sorbo de miel desenfadado
dosificare todo en un hondo extrañamiento
y me haría llegar hasta el melodrama del mineral.
Pídeme más ahora que la cama está hecha
y que despojaste todo tu polvillo onírico
hecho sobre la cama.
Lo que quería decirte, ya lo envolvió
una marea roja llamada corazón
Y ahora, la oportunidad de sumergir nuestro mundo
se posterga, como cada segundo en fuentes,
cada segundo de nuestra vida,
cientos de dimensiones entre nosotros dos
retirados, petrificados, los dos.